I
No le temo a la muerte.
Porque conozco la muerte.
La examino cada día,
la observo,
la peso,
la mido.
exactamente
los novecientos noventa y dos
kilómetros
entre tus labios
y yo.
II
Envidio poderosamente
al mar,
porque el mar,
tiene la chance
de besar la punta de tus ojos
cada día
un poquito.
Maldito mar,
espuma
olas
salitre.
¿Qué derecho tiene
sobre mi?
III
Tu sonrisa,
(hermosa sonrisa)
hoy,
para mí.
Esta compuesto
de píxeles;
y no de caricias.
¡Puta distancia!