sábado, 20 de septiembre de 2008

Las viejas

Las viejas,

con sus mocos blanquecinos,

nos miraban.

Nos espiaban, bah.

Miraban y movían la cabecita,

negando,

y hacían ese ruidito,

/tst, tst, tst/


Hubiera sido mejor,

/mejor para ellas/

si rezáramos rosarios,

pero a nosotros

nos gusta más el pecado,

/a mi ocasionalmente el peScado/


Nunca les gustaron mucho

los poemas que escribíamos

con el lápiz,

la birome,

esas cosas tecnológicas.

Pero les molestaban más,

los poemas primitivos,

/esos que escribíamos con el cuerpo/


Espiaban las viejas,

espiaban y negaban con la cabecita.

Negaban los besos,

los abrazos,

los gemidos.

Negaban los dos cuerpos /desnudos/

el goce,

los roces.

Negaban esas hermosas caras de ella

/esas caras de placer/

mi gesto confundiéndose con el sudor de los dos

todos empapados de nosotros,

y nuestra desesperación,

la desesperación por vivir,

/por vivirnos/

parecíamos violentos de tan desesperados.

Y ellas negaban con la cabecita.


¡Váyanse viejas chusmas!

¿Qué mierda miran?

¿Qué mierda juzgan?

¿Qué mierda niegan?

¡Váyanse!

¡Dejen de mirar!,

¡Cada cual duerme la siesta como puede!

No hay comentarios: